La historia de Tom: el huésped que vino por 3 noches… y se quedó 3 semanas

Escrito por: Clara, equipo Wostel

Cuando trabajas en Wostel, cada día conoces a alguien nuevo.
Pero hay personas que no solo pasan por aquí, se quedan contigo un poco más. Literalmente, en este caso.

Tom llegó un martes por la tarde. Británico, unos treinta y pocos, mochila ligera y cara de cansancio. Venía de pasar una semana en Lisboa, y su idea era quedarse tres noches en Málaga, solo para descansar antes de seguir su viaje hacia el norte.

Le hice el check-in, le expliqué cómo funcionaba todo: el hub, la cocina, los espacios comunes, el auto check-in, el WiFi, etc. Me dio las gracias con esa sonrisa medio tímida de quien no sabe si se va a quedar mucho tiempo o salir corriendo.

A los dos días volvió a recepción y me dijo: “¿Hay forma de extender un par de días más?”

Y así empezó todo.


De turista rápido a local improvisado

Tom se enamoró de Málaga sin querer.
Me dijo que no esperaba sentirse tan tranquilo, dormir tan bien, encontrar su rutina en medio de un viaje sin planes.

Se levantaba temprano, desayunaba en la cocina de Wostel, salía a caminar por el centro, trabajaba unas horas desde su hub (bendito WiFi estable) y por la tarde bajaba a la playa o salía a descubrir algún rincón nuevo. Siempre volvía con algo que contar.

A veces nos cruzábamos en la Fun Zone y se quedaba charlando con otros huéspedes. Compartía alguna birra o recomendaba un sitio nuevo que había descubierto.

Un día me dijo:

“Aquí me siento más cómodo que en mi piso en Londres. Hay silencio cuando quiero, gente cuando lo necesito, y el mar a diez minutos.”


Lo que más le gustó (según él)

📍 La ubicación: decía que poder llegar andando a la estación, al centro y a la playa era un lujo.
💤 El hub: su lugar favorito. “Minimalista pero cálido”, según sus palabras.
🌐 La conexión: trabajaba en remoto y no tuvo ni un corte en tres semanas.
🧑‍🍳 El ambiente: compartía cocina, charlas, planes. Se sentía en comunidad sin perder su espacio.


El último día

Se fue un lunes por la mañana. Me dejó una nota escrita a mano en una servilleta de la cocina:

“Gracias por hacerme sentir en casa lejos de casa.
Nos volveremos a ver — Tom.”

Y yo no sé si volverá, pero lo que sí sé es que Wostel no es solo un lugar para dormir:
es un punto de partida, una pausa, o incluso un pequeño hogar para quien lo necesita.

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